Un verano para imaginar: menos agenda y más infancia
Jugando aprendo
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Verano y juego libre: cómo crear un verano sin prisas, sin pantallas y con mucha imaginación
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En estos tiempos, es fácil caer en la tentación de llenar la agenda de nuestros hijos. Durante la época escolar las extraescolares —desde música y deporte hasta robótica e idiomas— se han convertido en un valor social. Parecen garantizar un futuro brillante, una infancia productiva, una ventaja frente al resto. Pero pocas veces nos detenemos a preguntarnos: ¿Qué espacio dejamos para el juego? ¿Y si el juego libre no fuera un simple descanso entre actividades, sino una necesidad esencial?
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"Tenemos que hacer que nuestros niños tengan algo que contar. Y esto sólo se puede hacer si el niño tiene tiempo de jugar libremente. Este debería de ser el material a llevar al colegio al día siguiente para trabajar" (Francesco Tonucci)
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Con la llegada del fin de curso, muchas familias se enfrentan a una pregunta recurrente:
¿Qué hacemos con tanto tiempo libre?
La respuesta más habitual suele ser llenar la agenda de los niños con campamentos, actividades, viajes y rutinas organizadas. Pero ¿y si el verano fuera una oportunidad para algo más valioso? ¿Y si, en lugar de programar cada hora, les regaláramos algo mucho más necesario?
Tiempo para jugar. Para aburrirse. Para imaginar.
En este artículo te contamos por qué el verano es el mejor momento para recuperar el juego libre, y cómo fomentarlo en casa o de vacaciones, sin necesidad de pantallas ni grandes planes.
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¿Qué es el juego libre (y por qué es tan importante en verano)?
El juego libre es aquel que nace de la voluntad del niño, sin estructuras, sin instrucciones, sin objetivos externos. Es el momento en el que el niño explora, crea, inventa y decide por sí mismo. No busca un resultado, ni una nota, ni una aprobación. En el juego libre, el niño decide cómo, con qué y durante cuánto tiempo jugar. Y en ese espacio, aparentemente vacío, ocurre lo más importante: la construcción de su mundo interior.
Durante el curso escolar, ese tipo de juego suele quedar relegado entre deberes, extraescolares y horarios ajustados. Pero el verano ofrece algo que no se puede comprar:
tiempo sin prisa.
Y eso, en la infancia, es oro puro. -
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Los niños necesitan mucha libertad para indagar, probar, equivocarse y corregir… para apreciar los infinitos recursos de las manos, de la vista, del oído, de las formas, de los sonidos y los colores
(Loris Malaguzzi)
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Beneficios del juego libre en vacaciones
- Recuperan su propio ritmo: duermen más, se aburren, se organizan sin reloj. Lejos de distraerse, muchos niños encuentran en el juego libre una capacidad de atención profunda. Se sumergen, se enfocan, se pierden en lo que hacen. Y eso es aprender con todo el cuerpo.
- Mejoran su regulación emocional: el juego libre permite expresar emociones, canalizarlas y entenderlas. Cuando juegan en libertad con otros, los niños negocian, resuelven, escuchan, imaginan juntos. Es una forma natural de socialización, sin presión ni juicio. En el juego libre, los niños se enfrentan a conflictos, frustraciones, logros y decepciones. Y aprenden, poco a poco, a gestionarlos por sí mismos.
- Se conectan con su creatividad: sin actividades estructuradas, la imaginación toma el mando.Cuando no hay instrucciones, ni modelos que seguir, los niños inventan. Unas piedras pueden ser comida de dragón; un pañuelo, un río. La creatividad nace de lo imprevisto, no de lo dirigido.
- Refuerzan su autonomía: cuando nadie les dice qué hacer, descubren lo que realmente les interesa. Elegir cómo jugar es una forma de practicar la toma de decisiones. El niño se convierte en protagonista de su experiencia, y eso fortalece su confianza
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¿Qué necesita un niño para jugar libremente en verano?
No se trata de llenar la casa de juguetes. Se trata de ofrecer espacios y materiales abiertos que inviten a explorar.
Espacios
- Un rincón del salón sin demasiadas normas.
- Un trozo de jardín o terraza donde ensuciarse sin miedo.
- Una caja de cartón gigante. Un mantel en el suelo. Una sábana en la silla.
Materiales
- Piezas sueltas: bloques, canicas, conchas, piedras, telas.
- Muñecos sencillos, sin luces ni voces.
- Juegos de construcción sin instrucciones.
- Materiales naturales y nobles, que invitan a tocar y experimentar.
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¿Qué pasa si se aburren?
Eso es lo mejor, no pasa nada. O sí, pero no tienes que preocuparte. Porque el aburrimiento es una puerta de entrada a la creatividad. Es el momento justo antes de que surja una idea nueva, un juego, un experimento, un mundo imaginario. En lugar de correr a llenar ese vacío con una pantalla o una actividad, respira.
Deja que ocurra.
El juego libre empieza ahí.Verano sin pantallas: ¿es posible?
No se trata de prohibir, sino de ofrecer alternativas que conecten de verdad. Si un niño tiene acceso al juego libre, al aire libre, a materiales que despiertan sus sentidos, las pantallas pierden gran parte de su poder de seducción.
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Cómo fomentar el juego libre en casa
- Reserva tiempo sin estructura, sin pantallas, sin instrucciones.
- Ofrece materiales abiertos: bloques, telas, piezas sueltas, muñecos sin funciones específicas.
- Acompaña sin dirigir. Estar presente no significa intervenir.
- Acepta el desorden y la improvisación como parte del proceso.
- Confía en su capacidad de crear desde lo más simple.
En Kamchatka seleccionamos juguetes que acompañan este tipo de juego: sin pilas, sin pantallas, sin guión. Juguetes que abren posibilidades, en lugar de cerrarlas. Porque creemos que jugar sin imposiciones es también una forma de crecer con libertad.
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Ideas de juego libre para cada edad
De 1 a 3 años- Cajas para meter y sacar objetos.
- Juego de agua con recipientes y esponjas.
- Exploración sensorial con telas, cucharas, semillas.
- Escenarios imaginarios: castillos, casas, tiendas.
- Juegos de rol: cocinitas, médicos, exploradores.
- Construcciones libres con piezas grandes o bloques de madera.
- Montaje de mundos propios con piezas sueltas.
- Proyectos abiertos: construir una ciudad, una cabaña, una historia.
- Juego simbólico sin límites: “yo soy un inventor”, “yo soy una viajera del tiempo”...
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Verano, una pausa real
La infancia no necesita más rendimiento. Necesita más tiempo para explorar, imaginar y aburrirse. El juego libre no es una pérdida de tiempo. Es una forma profunda de aprender, de expresar lo que sienten, de encontrar su lugar en el mundo. Antes de apuntar a tu hijo a una nueva actividad, pregúntate:
¿Tiene tiempo suficiente para jugar? El verano no tiene que parecerse al curso escolar. Puede ser otra cosa.
Puede ser una pausa real, una invitación al asombro, una oportunidad para crecer jugando.En Kamchatka creemos que el juego libre no es solo una forma de entretenimiento: es una forma de ser. De ser niño, de ser uno mismo, sin prisa y con imaginación.
¿Te animas a un verano sin agenda?
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