Navidad y juguetes
Jugando aprendo
-
Normalmente uso mi post mensual para recomendarles libros, juguetes y juegos y, lo lógico, sería encontrar en Navidad una especie de wishlist en la que predominara una súper selección de top ventas. Lo siento. Hoy no lo encontrarán. Antes de que salgas desilusionada/o de esta página, te pido por favor que continúes leyendo y me permitas explicarte por qué.
-
-
Sabemos que el mundo en el que vivimos no nos deja tiempo para sentarnos a pensar aquello que de verdad nos haría ilusión dar a quienes amamos. Pues lo mismo le pasa a los peques. Estos meses tus hij@s y l@s mí@s son víctima fácil de cientos de catálogos gordos y brillantes con miles de productos. A diario y durante meses, han recibido una avalancha de reclamos pubicitarios en pósters, marquesinas y revistas. En la tele interrumpen groseramente con anuncios eternos su serie favorita, incluso hasta el punto de hacerles perder el hilo de lo que veían. Pues bien, mi post de hoy va precisamente de eso. De lo difícil que se lo ponemos a los peques. De la pérdida de distancia, de lo expuestos que están y de lo desvalidos que les dejamos.
Si hay algo que nos dicen con frecuencia en la tienda es que nuestros hij@s “tendrán de todo” y lo afortunados que deben ser por eso. Pues su fortuna no es esa. Su fortuna, en todo caso, pasa por otro lado. Si tuvieras una pastelería ¿estaría bien que inflaras a tus hijos a bollos a todas horas? Pues no. Y estamos convencidos de que teniendo una juguetería tampoco estaría bien. La suerte en todo caso, será que pueden elegir, que durante todo el año tienen la oportunidad de ver concienzudamente los juguetes (esos que no les bombardean en anuncios) y en estas fechas, ya digeridos, decidir lo que pondrán en sus cartas.
En este mundo moderno parece que elegir está mal visto. La tendencia es que lo mejor ¡es poder tenerlo TODO! Pero esa premisa parte de espejismo. En mi casa siempre hemos pensado que es mejor poco pero escogido y bueno. Y, sobretodo, que lo mejor es aquello que de verdad tocará sus corazones para siempre.
-
-
Eso que se convertirá de objeto anhelado a juguete inolvidable. Ese que evocarán en su adultez con cariño y nostalgia en un cálido “recuerdo como si fuera ayer cuando recibí…, no cabía de la emoción, sin duda fue mi mejor Navidad!”
Trasladémonos al ahora y pongámonos en situación: Es Navidad, tu peque está frente al árbol rodeado de adultos expectantes y con 15 (o más) paquetes enormes delante de sí. Todos esmeradamente envueltos en papel brillante, las luces aún relampagueando y un montón de objetos con cajas de tamaños sorprendentes ¿Cuál crees que será el resultado? Te lo digo: Pasar de una cosa a otra, sin poder tener tiempo a mirar cada uno con detenimiento y sin poder sorprenderse porque Papá Noel o Los Reyes o El Niño Jesús han leído su carta y le han traído exactamente aquello que pidió. La hipersaturación acaba con eso y rompe también con la posibilidad de disfrutarlo. Abruma. Y el resultado es que dicha saturación impedirá que tu peque pueda centrar su atención y peor aún, evitará que pueda jugar. Se sentirá tan agobiad@, tan exigido@ y tan desbordad@ que acabará acelerad@ y como una moto tirando todo y mirando sin ver…
Y puedo asegurarles que no hablo de la dualidad austeridad versus ilusión. De lo que se trata, es de ser capaces de transmitir a nuestros peques la importancia de elegir. De ilusionarse, de hacer una búsqueda interna para pensar en aquel juguete o regalo que de verdad anhelan. Que de verdad les gustaría tener porque sueñan con él muchos meses, con su naricita pegada al escaparate. Es renunciar, sí, porque elegir siempre es renunciar, pero es también hacer un proceso interno que recoloque las cosas y les asigne valor.
-
-
Enseñarles a preguntarse por aquello que desean es también preguntarse acerca de su propia felicidad. Al filtrar entre tanto afán de consumo, ese muñeco, esos bloques, aquel cuento o libro de colorear, la construcción o el videojuego que les iluminará la carita y les llenará de un brillo chispeante los ojos al arrancar el papel colorido, les estaremos ayudando a escucharse. Les habremos ayudado a aprender que las cosas sólo tienen sentido si tienen un valor para nosotros: el valor de desearlas sobre otras. Al enseñarles el valor de escoger aprenderán que no tenerlo todo no es ser infeliz, les estaremos enseñando que escoger no es una pérdida, sino un encuentro con su verdadero deseo, ese que sí les pertenece y no el que les han impuesto arbitrariamente con un comercial de TV o la presión social.
En definitiva, les estaremos enseñando a oírse y a saber que contactar con aquello que los hace felices no puede pasar por una lista infinita o por tenerlo todo, sino que la felicidad pasa por ser capaces de maravillarnos y, de sentirnos afortunados de disfrutar a plenitud de aquello que hemos anhelado y esperado con paciencia…
Creo, sinceramente que al poner su mirada aquí les estaremos haciendo –a futuro- el regalo número uno de cualquier Wishlist honesta: conocerse y aprender a ser felices con sus elecciones porque, sencillamente, éstas serán el resultado de un proceso interno personal e íntimo de auto escucha y reflexión.
Que el Niño Jesús, Papá Noel, Los Reyes Magos o quien quiera que deje regalos al pie de vuestro árbol o vuestros zapatos les sorprenda en unos días y les obsequie con aquello que anhelan desde hace mucho. Que es lo mismo que decir, que les deje ilusión y llenen vuestro ojos de chispitas...
Feliz Navidad para tod@s.
Nathalie