Aprendemos porque jugamos. Los juegos de mesa llegan al aula

Es frecuente escuchar entre psicólog@s y maestr@s frases en las que se reconoce el valor que aporta el uso de juegos en el desarrollo cognitivo de niñes y adolescentes. Lo verdaderamente interesante es como ésta convicción y reconocimiento se ha traducido en la inclusión, dentro del aula escolar, de juegos de mesa como elementos sobre los cuales apoyar el aprendizaje o el refuerzo de las habilidades ya adquiridas.

Como profesional, mamá y juguetera, confieso que esta dinámica me produce especial regocijo. Por muchas razones, pero fundamentalmente porque supone entender a una escala mayor que la etapa de la escuela infantil, el inagotable potencial del juego en la adquisición de habilidades, el desarrollo cognitivo y el bienestar psicológico que la actividad lúdica tiene para los seres humanos. 

Es un gesto fabuloso para rescatar  y extender el valor del juego, como acto humano, a todas las edades y etapas del desarrollo de niños y niñas.

El juego está asociado psicológicamente a momentos de encuentro, diversión y vínculo. Es difícil pensar en nuestra infancia y que no se agolpen instantes en familia rodeando un mesa con un tablero de parchís o del juego de la oca en medio. Quizás, si pensamos más, nos llegarán a la memoria escenas de verano en un parque o las tardes de lluvia compartiendo con abuel@s, o amig@s risas con un mazo de cartas.

Al menos ese es uno de los argumentos que el maestro de primaria, Manu Sánchez, de un cole de Sevilla, esgrimió para explicar su decisión innovadora de incluir juegos de mesa como recurso curricular en sus clases, dice Manu Sánchez en una entrevista en El País “Estoy seguro de que es un buen recuerdo y por esto mismo pienso que debemos dar la oportunidad de jugar con la familia o entre iguales a nuestro alumnado. Son estas experiencias las que me llevaron a introducir el juego en el aula y gracias a las cuales descubrí el potencial educativo directo que tienen los juegos de mesa” .

Lo cierto es que jugar es necesariamente un acto social, de intercambio y conexión, pero también una oportunidad única, por lo divertida que es, para desplegar aprendizajes, reforzar unos y adquirir otros. Jugar supone un desafío en la resolución de situaciones al favorecer el despliegue de habilidades (atención, concentración, anticipación, observación, memoria, estrategia) en situaciones de distensión emocional y, normalmente, de relajación. En este sentido, el clima emocional dentro del aula se hace más amable y por ende, más proclive al aprendizaje, pues se diluye la percepción evaluadora que, más veces de lo deseado, se genera dentro del salón de clases y que en algunos alumnos funciona como un obstáculo para el aprendizaje.

Según investigaciones recientes sobre el juego en áreas como la neuropsicología y la neurociencia, se ha reafirmado la importancia del recurso lúdico para la adquisición de habilidades cognitivas y socioemocionales. La atención sostenida o selectiva, la memoria, el desarrollo del lenguaje o la orientación espacial, son habilidades reconociblemente entrenadas y reforzadas activamente cuando jugamos un juego de mesa. Eso sin contar las bondades en la modulación y desarrollo de funciones ejecutivas de la corteza prefrontal como la capacidad de resolución de problemas, la planificación, la clasificación y seriación o la toma de decisiones.

Si pensamos en el espectro socioemocional, encontraremos que los juegos de mesa permiten la modulación de la conducta emocional. El hecho de tener que acatar unas normas (juegos reglados) y correr el riesgo de perder (tolerancia a la frustración) entrena nuestra conducta de adaptación social. Al mismo tiempo que pone en marcha habilidades de cooperación o de escucha activa. Los juegos de mesa en el aula implican de forma natural el aprendizaje de conductas de cohesión social o grupal y la adquisición de habilidades de negociación.

Desde el ámbito de la neurociencia se ha invitado a maestros y maestras a emplear los juegos de mesa como herramientas útiles y eficaces para el fortalecimiento del pensamiento divergente y la inteligencia emocional.

Las matemáticas manipulativas son un claro ejemplo de cómo los juegos pueden convertirse en un gran aliado del profesorado para la enseñanza de conceptos matemáticos complejos desde la temprana infancia. Pero no sólo en la etapa infantil, el modelo de Matemáticas manipulativas es extraordiariamente eficaz en la educación primaria, y si me apuran, incluso en los primeros cursos de la secundaria.

Sin ir muy lejos, buena parte del planteamiento de María Montessori se sustenta en la idea, muy fundamentada, de que los recursos manipulativos y los juegos, cuando son bien elegidos, constituyen una pieza clave en el aprendizaje de las matemáticas. Los materiales manipulativos, entiéndase regletas o bloques matemáticos, cubos, tangram, piezas geométricas para razonamiento espacial en 3D, etc, favorecen el pensamiento matemático en tanto y en cuanto permiten la reflexión de los conceptos matemáticos y de las propiedades matemáticas. Por su condición manipulativa, favorecen la posibilidad de recrear conceptos haciéndolos tangibles y no meramente teóricos mientras refuerzan automatismos que son necesarios en muchos de los aprendizajes matemáticos.

De esta manera conceptos de geometría o álgebra se hacen mucho más sencillos, divertidos y estimulantes para niños y niñas, favoreciendo un aprendizaje natural e intuitivo que otorga más posibilidades de ser duradero y consistente que aquel que se hace por memoria y no por incorporación y reflexión del conocimiento.

Los juegos de mesa suponen una herramienta útil y efectiva dentro del aula de clases, ya sea en los niveles iniciales de la educación (las etapas más tempranas de infantil), como en los cursos siguientes de primaria y secundaria. En Kamchatka encontrarás juegos pensados para favorecer y desarrollar diferentes áreas del conocimiento: Lenguaje, geografía, matemáticas, historia, física, pero también juegos destinados a la modulación de la conducta emocional y el entrenamiento de destrezas cognitivas como la concentración, la memoria, la resolución de problemas, la toma de decisiones o el pensamiento divergente, todas estas destrezas pueden encontrar en los juegos de mesa un aliado inequívoco para su adquisición y refuerzo, y en Kamchatka Magic Toys nos esforzamos por buscarlas, encontrarlas y ofrecerte alternativas originales para hacer estos aprendizajes divertidos.
 
No hay duda: Jugar es bueno. Es bueno físicamente, es bueno psicológicamente y es bueno emplear sus valiosas bondades para desterrar el fracaso escolar de nuestro sistema educativo.

¡Hasta la próxima familias!