Juguetes bélicos: Impacto de la guerra en los niños

02/03/2022
  • Juegos de guerra ¿si o no?

  • "Parafraseando a los sabios: Nadie puede pensar y golpear a alguien al mismo tiempo" (Susan Sontag)
  • Muchos nos preguntan por qué entre nuestras premisas para la elección de juegos insistimos en los juguetes NO bélicos. Parte del argumento que esgrimen quienes preguntan, se fundamenta en el hecho de que casi todxs lxs niñxs, aunque no tengan juguetes claramente de guerra, juegan a peleas. Y si todos sabemos que es un juego ¿por qué no facilitarle elementos que lo "enriquezcan"? Pues al final sigue siendo juego, libre e "inofensivo" en tanto que fantasía.

    ¡Pues, vamos a ello! Empecemos por el principio, es cierto que los y las niñas juegan a peleas. Las luchas forman parte del repertorio habitual de los juegos simbólicos y, tiene sentido porque atávicamente la lucha ha sido parte de la condición humana. Pelear para sobrevivir es de las conductas más primitivas de nuestra corteza cerebral, ha garantizado a través de milenios de recorrido de la humanidad, su supervivencia.

    La pelea tiene una función defensiva,
    nos protege de las agresiones que sufrimos y nos ayuda a conseguir lo que necesitamos. Pero como advertí al comienzo, las conductas agresivas constituyen el repertorio más primitivo de nuestra corteza cerebral. El desarrollo madurativo de nuestro cerebro debe desarrollar el conjunto de conductas asertivas que permitan la defensa y el logro de nuestros objetivos por vías de respeto al otro, abandonando progresivamente el primitivismo de la violencia.
  • Si bien jugar a pelear tiene algunos beneficios, como favorecer el desarrollo de la motricidad gruesa, de la coordinación y la propiocepción, deben servir sobretodo para modular las relaciones interpersonales. Jugar a luchas permite regular la conducta, porque recibe una respuesta del otro y nos enseña que nuestras acciones tienen consecuencias en los que nos rodean lo que puede ayudar a fortalecer la empatía: ¿Cómo se siente el otro con nuestro rol asumido? ¿le gusta jugar a eso? ¿le da miedo o siente dolor?. Preguntarse o hacerle reflexionar al respecto, es una oportunidad para ayudarle a controlar sus emociones y respuestas.

    Por otra parte, debemos atender a
    l contenido, los medios, el fin y objetivos de la pelea, porque revisten de importancia simbólica.  Personalmente no creo que un niño o niña que juega a las luchas sea violentx persé o que inexorablemente vaya a convertirse en un adultx potencialmente agresivx. Dentro del universo del juego de piratas, por ejemplo, quienes juegan asumen roles de defensa y ataque alternativamente y, eso en ningún caso se traduce en que serán sanguinarios espadachines en su adultez. 

    Detengámonos aquí, pues el ejemplo del juego de piratas me permite introducir un matiz temporal que considero clave: Las peleas con espadas en pleno siglo XXI tienen un dejo de leyenda épica, son la reminiscencia de los cuentos medievales tradicionales que suelen leer por las noches antes de irse a la cama o, siguiendo nuestro ejemplo, resumen las historias de corsarios y piratas que han visto en un cómic y que, durante el juego, teatralizan. Los caballeros y/o piratas no tienen un correlato en la realidad y este hecho permite mantener estos juegos en el ámbito de la fantasía y la irrealidad. Ofrecen una distancia temporal.

    Si bien los juegos de peleas son naturales e incluso puede beneficiarles, recordar que si el otro no se divierte o sufre daño, el juego ya no es divertido y esta premisa es un límite claro que deberemos ayudarles a entender
  • "Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia" (Mahatma Gandhi)
  • Nuestro objetivo como padres y madres acompañantes, es ofrecer a nuestros hijos e hijas la posibilidad de aprender a modular estas respuestas primarias. O leído de otra manera, facilitar el proceso que da lugar a la preminencia de vías alternativas y adaptativas que les ayuden a conseguir lo que aspiran sin necesidad de emplear la violencia para ello. 

    No nos alarmemos innecesariamente, jugar a las peleas no reviste demasiada preocupación si el repertorio lúdico de tu peque no se limita sólo a este tipo de juegos, sino que se alternan con juegos en los que el rol asumido varía: es cooperativo (mamás y papás, maestrx), investigadorx (astronauta, carpinterx, expedicionarix, constructorx), incluso de ayuda o asistencia (médicx, veterinarix, bomberx). 

    ¿Por qué evitar los juguetes bélicos? Porque cuando el juego aparece de forma natural y no sugerida o condicionada por un juguete concreto (un arma, por ejemplo), es muy frecuente que el mismo material que tu peque empleó un día como espada (un palo, quizás), la próxima vez será una caña de pescar, una manguera, el mástil de un barco o la estructura de una cueva.
  • Alexander Drummer
  • Pero si jugar a las luchas ya es un proceso casi natural ¿Qué pasa si ofrecemos juguetes claramente bélicos? ¿Qué ocurre si en lugar de ese palo "multiforme" que pasa de espada a varita mágica, ofrecemos réplicas de pistolas, cañones o muñecos armados como soldados? ¿Qué mensaje estamos trasladando a nuestrx hijx?

    Uno de los problemas más importantes que enfrentamos
    no con el juego de peleas concretamente, sino con el uso de juguetes bélicos, es que los niños y niñas sólo pueden utilizarlos con un fin, imponerse. El riesgo es que con ello puede ir velado otro aprendizaje simultáneo: "el más fuerte siempre consigue sus objetivos" y "la amenaza y/o el daño es una forma efectiva de vencer a los otros", sometiéndolos a nuestros intereses y deseos. 
  • "La paz no es la ausencia de guerra, es una virtud, un estado de la mente, una disposición a la benevolencia, la confianza y la justicia" (Baruch Spinoza)
  • Quizás, la clave estriba en la observación y escucha atenta al contenido de su juego. Reflexionar sobre la recurrencia o la exclusividad que las luchas y peleas tienen en el juego de tu peque es un buen primer paso: Si tu hijx sólo juega a guerras y luchas, si es su forma privilegiada de jugar y relacionarse con los demás es la pelea, entonces es probable que debamos prestar más atención a lo que le rodea: sus relaciones en el colegio, el contexto familiar, la gestión de sus emociones, los contenidos de sus series favoritas de la tele, los juguetes y materiales que le damos, los videojuegos que usa o los videos de YouTube que consume.

    Si pensamos en los juegos con armas y/o los videojuegos de guerra, veremos que hay un nudo común, todos estos juegos enseñan que quien gana y domina es quien tiene más fuerza. Su relato implica de facto el sometimiento del otro y lo más preocupante a mi juicio, naturalizan la violencia como mecanismo de imposición y sumisión a nuestra voluntad. Al trivializarse la agresión como forma de relación, quitamos hierro a las conductas violentas y de una u otra manera, las legitimamos aunque no sea esa nuestra intención. 
  • "Es un error esencial considerar la violencia como una fuerza" (Thomas Carlyle)
  • Por otra parte, les hablaba del factor de la "temporalidad", las armas tienen un clarísimo y actual correlato en la realidad, a diario nos encontramos con situaciones en las que las armas y la guerra coexisten con acciones ancladas y escenificadas en el mundo real. Este hecho facilita el proceso de que la violencia se entienda como un evento cotidiano y pierda su impacto negativo y el consecuente rechazo.

    Es evidente que un arma tiene una clara intención: intimidar y hacer daño a otro
    . Y en este sentido, suponen una forma de relación asimétrica, de competencia y de polaridad entre "buenos y malos". No es descabellado pensar que la conclusión que terminan asimilando niñas y niños, es que quien "gana" es el/la más fuerte y correlativamente, quien empuña el arma y el poder, es quien "tiene" la razón y es "el bueno" en esos roles tan polarizados.
  • En estos tiempos tan complicados, con la sombra de una guerra cruel levantándose sobre nuestro continente, las reflexiones sobre el impacto de elegir los juegos bélicos en el desarrollo emocional de los niños y niñas no sólo es de absoluta actualidad, sino una pregunta necesaria.

    Es evidente que un juguete, como un objeto aislado, no tiene por qué convertirse en un estímulo de la violencia. El problema es que en este mundo hiperconectado casi nada es un objeto aislado. Un juguete bélico no es sólo un juguete bélico sin más, su influencia se ve acentuada por su simetría con la realidad. Lamentablemente los niños y niñas no son inmunes al discurso agresivo de la guerra, que "consumen" a través de la tele, los dibujos animados, las redes sociales, los videojuegos o el "influencer" de turno, la agresividad aparece demasiadas veces legitimada en los media. Esto nos obliga, como padres, madres y adultxs acompañantes, a centrar nuestros esfuerzos en intentar contrarrestar su posible efecto nocivo en la emocionalidad de nuestrxs peques. Fundamentalmente, evitando que la violencia quede despojada de su impacto negativo y repudiable.
  • Si queremos un mundo de paz y de justicia hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor.
    (Antoine de Saint-Exupéry)
  • Cuando son pequeños, nuestros niños y niñas no poseen suficientes estrategias para la resolución de conflictos, de manera que cuando se entretienen con los juguetes bélicos aprenden a resolver sus problemas en el juego de la forma más fácil: recurriendo a la violencia. Está claro que los juguetes de guerra por sí solos no incitan a la violencia, pero si el correlato en la realidad amplifica el aprendizaje de la fuerza como recurso para conseguir lo que queremos y, niños y niñas identifican que al ser agresivos y usar las armas de juguete pueden salir airosos de determinadas situaciones conflictivas, es probable que quieran extrapolar la misma estrategia al mundo real para salvar los obstáculos y la frustración a las que irremediablemente nos enfrentamos en la vida.
  • En mi visión personal, no creo que sea necesario ofrecer elementos que profundicen o "enriquezcan" el juego de peleas, criar en la paz es construir un discurso de respeto al otro y lograrlo, pasa necesariamente por privilegiar mensajes de igualdad y justicia, de valor por la vida y la empatía. Si bien el juego de luchas forma parte de un repertorio atávico humano ¿qué sentido tiene darle más alas? Quizás nuestra labor sea aminorar y reemplazar una respuesta que, siendo primaria, debe dar paso a la adecuada gestión emocional.

    Como mamá, papá, abuel@ y/o cuidador, tenemos la posibilidad de elegir ofrecer a lxs niñxs juegos, materiales y juguetes que labren un camino firme hacia la paz y la madurez emocional. Podemos elegir ayudarles a incorporar que la violencia nunca les debe ser indiferente y que perciban al otro como un compañero y no como un enemigo. Si no es inevitable los juegos de peleas en edades tempranas, sí que es evitable que consoliden en la agresividad y la fuerza, un mecanismo para obtener lo que desean. Y es que si igualmente un palo será ocasionalmente una pistola ¿para qué ofrecerle una que nunca podrá convertirse en varita mágica?

    ¡Hasta la próxima, familias!

Jugando aprendo


Doctora en Psicología por la UAM. Madre de dos hijos y una enamorada del juego. Ha dedicado más de 20 años al tema de la infancia y al estudio del vínculo entre juego y desarrollo emocional y cognitivo. Colaboradora en el Blog Papel Picado con la columna Alfareros de Papel.

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